Thocatli

Los reptilianos, como se denomina fuera de su propia especie a estos seres, son una raza de fornidos humanoides con aspecto de lagartos bípedos. Tanto su tamaño como su aspecto varían enormemente de un individuo a otro aunque suelen tener una estatura similar a la humana y colores entre verdes y pardos.

Su sociedad está estrictamente jerarquizada no sólo en rangos sino también en funciones; está fundamentada en costumbres que valoran ante todo el honor y la fuerza como forma de superioridad, así como el estatus de los ancestros tanto difuntos como vivientes.

De carácter matriarcal, los thocatli deben todo a las madres de camada, a las reptiles más ancianas del clan. Estas rigen todos los aspectos de la familia: desde las políticas de reproducción hasta la economía, pasando por la ocupación de cada uno de los miembros que componen el extenso núcleo familiar. Las hembras más sobresalientes de entre todas las de su camada suelen ser educadas para heredar este puesto o dedicarse a tareas de gestión y artesanía, mientras que los machos suelen dedicarse a la guerra, a la caza y a la pesca. Esto convierte a las hembras al mismo tiempo en una hermandad de poderosos lazos, pero también en un pozo de rivalidades absolutas, fomentadas en pro de conseguir el liderazgo de la más fuerte.

Los thocatli poseen una religión bastante peculiar basada en unos espíritus que pueden simbolizar cualquier elemento crucial presente en sus vidas. Esto suele generar en todas las grandes tribus un importante culto a los ancestros de las familias (aquellos que han ganado gloria para los suyos) y a los espíritus del Sol y del Agua, que alimentan y nutren los territorios selváticos y pantanosos de su mundo de origen y por ende, les proporcionan un medio para sobrevivir.

Con un cerebro semejante al de los reptiles terrestres, no son capaces de comprender la mayoría de las emociones terrícolas: desde el cariño al odio casi todas sus decisiones se basan en una cuestión pragmática o de honor. Sin embargo, son muy valorados como consejeros en política por su mente fría y organizada, y por su capacidad para, gracias a su finísimo olfato, percibir las emociones (engaño, miedo o alegría) hasta en el individuo más discreto. Éste (el de detector de mentiras y engaños ajenos) es sin embargo un trabajo que está considerado como un deshonor, por lo que es poco habitual encontrar reptilianos que lo realicen sin haber sido obligados por la madre de su camada.

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